En sevilladesaparecida.com iniciamos una nueva singladura temporal. En esta ocasión nos centraremos en las puertas desaparecidas que hasta bien entrado el Siglo XIX cerraban, junto a las murallas, nuestra ciudad. Mucho y bien se ha escrito acerca de aquellas entradas, las cuáles de haberse conservado siquiera la mitad de ellas, se hubiera contribuido a enriquecer y elevar considerablemente nuestro actual patrimonio artístico. Pero, al igual que les fue sucediendo a otros edificios, el afán lucrativo unido a la permisividad de los dirigentes de entonces, se impuso, derribándose magníficas construcciones que hoy en día tendrían un valor incalculable.
En primer lugar nos centraremos, mediante una breve introducción, a enunciar los nombres de las puertas, repasando también un poco de su historia, que no fue otra sino que la que tuvo nuestra Sevilla durante cientos de años. Unas políticas funestas que concluyeron con el derribo definitivo de la mayor parte de las murallas y puertas entre 1857 y 1871.
Hasta mediados del Siglo XIX, la Capital hispalense disfrutaba de 13 puertas (Macarena, Córdoba, Sol, Osario, Carmona, Carne, San Fernando, Jerez, Arenal, Triana, Real, San Juan, Barqueta) y 4 postigos (Alcázar, Carbón, Aceite y de la Basura), figurando las primeras en su mayoría de herencia musulmana con abundantes reformas, destacando las manieristas en el Siglo XVI. Dichas puertas, unidas a las murallas, formaron parte de la vida cotidiana de la ciudad hasta su derribo, sucedido entre los períodos del reinado de Isabel II y del Sexenio Democrático. Parte de estos espacios comprendieron las fechas que hemos señalado más arriba, es decir, casi tres lustros.
Hasta mediados del Siglo XIX, la Capital hispalense disfrutaba de 13 puertas (Macarena, Córdoba, Sol, Osario, Carmona, Carne, San Fernando, Jerez, Arenal, Triana, Real, San Juan, Barqueta) y 4 postigos (Alcázar, Carbón, Aceite y de la Basura), figurando las primeras en su mayoría de herencia musulmana con abundantes reformas, destacando las manieristas en el Siglo XVI. Dichas puertas, unidas a las murallas, formaron parte de la vida cotidiana de la ciudad hasta su derribo, sucedido entre los períodos del reinado de Isabel II y del Sexenio Democrático. Parte de estos espacios comprendieron las fechas que hemos señalado más arriba, es decir, casi tres lustros.
En este apartado nos centraremos en la Puerta de la Barqueta, conocida también como de Vib Arragel o de la Almenilla; no por aparecer como posiblemente la primera en ser derribada, sino porque se ha escrito poco sobre ella, tal vez situada entre las menos populares del resto de entradas a la ciudad. Veamos la Puerta según el dibujo de B. Tovar, del Siglo XIX, lámina importantísima para entender parte de la evolución de la construcción. Al fondo, San Clemente:
La Puerta de la Almenilla se encontraba entre la actual calle Puerta de la Barqueta y Torneo. Una puerta que realmente no tuvo apenas trascendencia comercial o incluso artística para la ciudad, salvo una utilidad consistente en, junto a la muralla de la zona, intentar frenar el habitual desborde de las aguas del río, lugar éste muy habitual en esos menesteres con todo el peligro que llevaba para parte de la urbe.
El estudio etimológico del nombre de la puerta ofrece claramente su procedencia: Bab-al-Rawad (Puerta de Alcalá del Río), aunque tuvo diversas denominaciones: en primer lugar, un dato de 1386 nos informa de que dicha puerta convivió con una torre llamada de la Almenilla: "La obra qye se a de facer en la torre de la almenilla, et despues buelve fata la torre de la puerta debilbarrejel". Por lo tanto, habría que tener en cuenta que nos hallábamos ante, quizás, una torre-puerta, a la que se accedía a través de un recodo, muy bien protegida.
Las numerosas reparaciones a que se sometía frecuentemente la construcción nos deja escasísimas posibilidades de cómo fue realmente la arquitectura de la puerta medieval, (ya renacentista) en que la visión ofrecida por Brambilla en 1585, en un dibujo lejano de toda la ciudad, incluyendo sus puertas, no parece acercarse a colocar detalles.
Entre 1604 y 1628, Juan de Oviedo realizó una ambiciosa remodelación de la puerta, aunque en 1626 una inundación obligó a planificar una nueva fortificación, pues la zona de la Almenilla se hallaba en estado ruinoso: se levantó la puerta y se protegió con un fuerte torreón. La obra finalizó en 1628.
El plano de Olavide, de 1771 (abajo), nos enseña la extrañísima construcción, producto de innumerables reparaciones. Dentro de la puerta, una extensa plaza, ya conocida como de Vivarragel. Aún permanecía la forma acodada, tal vez idea islámica. Sin embargo (más abajo), el dibujo de Juan de la Viesca, anterior al de Olavide, de 1845, nos ofrece en su ampliación una vista mejor:
La Puerta de la Almenilla se encontraba entre la actual calle Puerta de la Barqueta y Torneo. Una puerta que realmente no tuvo apenas trascendencia comercial o incluso artística para la ciudad, salvo una utilidad consistente en, junto a la muralla de la zona, intentar frenar el habitual desborde de las aguas del río, lugar éste muy habitual en esos menesteres con todo el peligro que llevaba para parte de la urbe.
El estudio etimológico del nombre de la puerta ofrece claramente su procedencia: Bab-al-Rawad (Puerta de Alcalá del Río), aunque tuvo diversas denominaciones: en primer lugar, un dato de 1386 nos informa de que dicha puerta convivió con una torre llamada de la Almenilla: "La obra qye se a de facer en la torre de la almenilla, et despues buelve fata la torre de la puerta debilbarrejel". Por lo tanto, habría que tener en cuenta que nos hallábamos ante, quizás, una torre-puerta, a la que se accedía a través de un recodo, muy bien protegida.
Las numerosas reparaciones a que se sometía frecuentemente la construcción nos deja escasísimas posibilidades de cómo fue realmente la arquitectura de la puerta medieval, (ya renacentista) en que la visión ofrecida por Brambilla en 1585, en un dibujo lejano de toda la ciudad, incluyendo sus puertas, no parece acercarse a colocar detalles.
Entre 1604 y 1628, Juan de Oviedo realizó una ambiciosa remodelación de la puerta, aunque en 1626 una inundación obligó a planificar una nueva fortificación, pues la zona de la Almenilla se hallaba en estado ruinoso: se levantó la puerta y se protegió con un fuerte torreón. La obra finalizó en 1628.
El plano de Olavide, de 1771 (abajo), nos enseña la extrañísima construcción, producto de innumerables reparaciones. Dentro de la puerta, una extensa plaza, ya conocida como de Vivarragel. Aún permanecía la forma acodada, tal vez idea islámica. Sin embargo (más abajo), el dibujo de Juan de la Viesca, anterior al de Olavide, de 1845, nos ofrece en su ampliación una vista mejor:
La ilustración perteneciente al Duque de Segorbe, fechada en la segunda mitad del XIX, nos muestra el Monasterio de San Clemente, mientras que delante del mismo aparece una construcción en saliente, donde pudiera hallarse la Puerta de la Almenilla o de la Barqueta:
La demolición de la Puerta de la Barqueta pudo situarse entre 1857 y 1858, puesto que en 1860 se inauguró el paso ferroviario. Precisamente, de aquel mismo año data el extracto de plano que vemos a continuación; la puerta se ha derribado, pero sin embargo continúa una entrada a la Plaza de Vib-Arragel:
Esta imagen aérea, de Google Maps nos muestra una localización aproximada de la ubicación de la Puerta de la Barqueta, otra más de las muchas que jamás debieron derribarse, que citamos en Sevilla Desaparecida:
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