Nos contaba José Ramos Chaves que la acera de la Alameda de Hércules que va desde lo que fue la antigua Comisaría de la Policía ( ubicada donde se encuentra la actual y sobre la que dedicamos un reportaje en este blog ), formó parte durante muchos años de la vida que existió en aquella Alameda y que a partir de los años del desarrollismo en nuestro país comenzaba a languidecer. Claro que, en esta ocasión hablaremos de aquel tramo que , comenzando en la calle Arias Montano terminaba en el viejo Casino Ferroviario: un espacio no muy extenso, donde se condensaba un sector importantísimo para lo que fue el desarrollo de un estilo de vida perdido prácticamente desde hace décadas.
SALÓN DE FIESTAS ZAPICO / LA CONGA
Fue allá por el año 1986 cuando, tras salir del Holiday con un conocido de la discoteca, decidí por primera vez aventurarme por aquellas entonces sórdidas calles de la Alameda de Hércules, pegadas a aquella abandonada mansión de las Sirenas. Con 18 años y, posíblemente, impulsado por la curiosidad, fue la primera vez que conocí de noche la calle Leonor Dávalos. Pudo haber sido un lunes o un martes, la oscuridad reinaba sobre los recovecos de la despoblada Alameda, alumbrada por las tenues y amarillentos reflejos de las farolas que, a media luz, proporcionaban, ante el silencio del tráfico y falta de otros luminosos publicitarios, las únicas guías de nuestros ojos. Ni un alma en la calle. Accediendo por el cortísimo tramo de Arias Montano, nada más entrar en Leonor Dávalos, al girar la cabeza hacia la derecha, algo me llamó levemente la atención: aquello no era otra cosa sino un amplio portalón cerrado y sucio, descuidado. Aquí terminaría un cortísimo relato que concluye con la casual visión de lo que fue la entrada del salón Zapico, o lo que fue lo mismo, pero también con otro nombre: el cabaret la Conga, que llevaba cerrado desde 1977.
Adquirida por José Martínez Quijano, propietario del también desaparecido ilustre bar de toreros "Los Tres Reyes", la Sala Zapico nos reporta informaciones sobre su existencia desde 1919 como salón de baile, incluyendo flamenco. Cierto es que, por entonces, la Alameda fue un lugar mucho más acogedor hasta que comenzó a dejar de serlo paulatinamente, a partir de la Postguerra. Antonio Burgos menciona un viejo Zapico ocupando lo que fue la Sala de Fiestas el Cisne, al lado del Cine Trajano. No obstante, desde los años 20 tenemos noticias del Zapico ubicado en la calle Leonor Dávalos 17.
En aquel salón actuaron primeras filas del flamenco, como fueron la Malena, Carmen de la Rosa Heredia, Angelita Fernández, etc. Aunque era propiamente un cabaret / baile, no un lugar para espectáculos flamencos. En 1971 pasó a denominarse Conga, viendo pasar entre sus viejas paredes lo más mundano de Alameda y alrededores durante años.
Abajo, Alameda de Hércules en 1982. Ni siquiera la participación de Sevilla en el Mundial de Fútbol de España, pareció afectar al entorno, el cual seguía prácticamente igual que en las décadas anteriores. Una Alameda vacía, repleta de lugares recónditos. 1, Conga; 2, Casa de las Sirenas; 3, Boca del proyecto del Metro; 4, Calle Leonor Dávalos.
Ampliación de la imagen anterior, orientada a la calle Leonor Dávalos y la Conga, cerrada. A su derecha, la Casa de las Sirenas, totalmente en ruinas y en su parte trasera, en Jesús del Gran Poder, asoma el caserío donde se hallaba el cine de verano Ideal. En el tramo existente entre Arias Montano - Alameda de Hércules - Urraca Osorio, se aprecia perfectamente el solar que ocupó una de las casas más antiguas de la zona, que pudo haber pertenecido a la creación de la misma Leonor Dávalos en torno a 1860. Aquel terreno se mantuvo desde mediados de los 70 hasta principios de los 90, dando lugar que se pudiera observar la entrada de la desaparecida Conga.
Adquirida por José Martínez Quijano, propietario del también desaparecido ilustre bar de toreros "Los Tres Reyes", la Sala Zapico nos reporta informaciones sobre su existencia desde 1919 como salón de baile, incluyendo flamenco. Cierto es que, por entonces, la Alameda fue un lugar mucho más acogedor hasta que comenzó a dejar de serlo paulatinamente, a partir de la Postguerra. Antonio Burgos menciona un viejo Zapico ocupando lo que fue la Sala de Fiestas el Cisne, al lado del Cine Trajano. No obstante, desde los años 20 tenemos noticias del Zapico ubicado en la calle Leonor Dávalos 17.
En aquel salón actuaron primeras filas del flamenco, como fueron la Malena, Carmen de la Rosa Heredia, Angelita Fernández, etc. Aunque era propiamente un cabaret / baile, no un lugar para espectáculos flamencos. En 1971 pasó a denominarse Conga, viendo pasar entre sus viejas paredes lo más mundano de Alameda y alrededores durante años.
Abajo, Alameda de Hércules en 1982. Ni siquiera la participación de Sevilla en el Mundial de Fútbol de España, pareció afectar al entorno, el cual seguía prácticamente igual que en las décadas anteriores. Una Alameda vacía, repleta de lugares recónditos. 1, Conga; 2, Casa de las Sirenas; 3, Boca del proyecto del Metro; 4, Calle Leonor Dávalos.
Ampliación de la imagen anterior, orientada a la calle Leonor Dávalos y la Conga, cerrada. A su derecha, la Casa de las Sirenas, totalmente en ruinas y en su parte trasera, en Jesús del Gran Poder, asoma el caserío donde se hallaba el cine de verano Ideal. En el tramo existente entre Arias Montano - Alameda de Hércules - Urraca Osorio, se aprecia perfectamente el solar que ocupó una de las casas más antiguas de la zona, que pudo haber pertenecido a la creación de la misma Leonor Dávalos en torno a 1860. Aquel terreno se mantuvo desde mediados de los 70 hasta principios de los 90, dando lugar que se pudiera observar la entrada de la desaparecida Conga.
La siguiente perspectiva es de 1985, tomada sólo cuatro años después de la anterior imagen. El tiempo parece haberse detenido. 1, calle Alameda de Hércules; 2, calle Leonor Dávalos; 3, Conga; 4, calle Arias Montano; 5; Casa de las Sirenas en ruinas.
BAR CASABLANCA
En la Alameda de Hércules, en 1940, Valentín Casablanca adquirió por traspaso la vivienda que transformó en un bar, ocupando entonces el número 22 en el conocido bulevar sevillano. En 1964 sabíamos que el local estuvo inscrito en el "Club Cruzcampo", habiendo recibido entradas gratuitas para ver un partido de la Selección Española en Nervión.
El local era de planta trapezoidal, con un sólo acceso y mostrador para clientes. Este bar tradicional conoció la Alameda de la Posguerra, viviendo los últimos estertores de aquel espacio donde habitó el flamenco, habida cuenta su cercanía a los bares La Sacristía y Parrita. Supo los años del desarrollismo, así como los 70, 80 y parte de los 90, décadas en que sobresalió el abandono de la zona, que comenzó a ser conocida por la proliferación generalizada de la prostitución y la inseguridad, pero que hoy en día, al menos para los nostálgicos ya metidos en los cuarenta años de edad o incluso más, puede ofrecer un recuerdo de la infancia o de la adolescencia bajo la perspectiva de un panorama tradicional perdido.
DESDE SANTA ANA HASTA EL CASINO FERROVIARIO
LA SACRISTÍA Y CASA PARRITA
Otros de los establecimientos emblemáticos que sobresalieron en aquella Alameda de fiestas flamencas. Lugares en los que despuntaron muchísimas gargantas del cante jondo sevillano. Sitios de los que hablaron Antonio Mairena, Caracol, Chocolate, el Tarta, Niño Gloria, el Pali, , la Gamba, etc. La Sacristía, al cabo de los años pasó a ser una carpintería, mientras que Casa Parrita es la actual Casa Paco, pegada a la Sacristía. La primera imagen de abajo, de 1978, presenta la esquina de Santa Ana-Alameda, con la carpintería a la izquierda ( por la que se accedía también por la primera de las dos calles ), mientras que a su lado derecho, el Bar Casablanca y Parrita; porque la siguiente vista, tomada en 1965, nos muestra el viejo kiosko de chucherías en la acera de enfrente -1- ( del cual hablaremos seguidamente ) y La Sacristía - 3 - ( donde todavía se conserva la antigua placa del nomenclátor - 2 - ), junto al Bar Casablanca - 4 - y a Parrita - 5 -.
DESDE SANTA ANA HASTA EL CASINO FERROVIARIO
La configuración del tramo que recorre la Alameda, empezando por la esquina de Santa Ana, al otro lado de la Sacristía, finalizando en el viejo Casino Ferroviario, es, salvo este último edificio, un espacio de más o menos reciente construcción, puesto que en la segunda mitad de la década de 1970 fue demolido todo un paquete de casas cuya antiguedad podría fecharse en la época del proyecto de Balbino Marrón ( 1857-1870 ).
Lo cierto es que en aquella hila de casas hubo lugares que tuvieron una función tradicional, quizá poco conocida y casi nada valorada para muchos historiadores de temas sevillanos, más bien dados a fijarse en lo más llamativo. Los tres sitios que rescatamos, son: El kiosko de la esquina de Santa Ana, la tienda de bicicletas de José Blanco y el Casino Ferroviario.
En primer término, imagen cenital de 1943. Vemos una Alameda en la que se distingue una de las secciones en que se dividió el rectángulo para favorecer al tráfico, a partir del Plan de 1937: 1) Edificio frente a Santa Ana donde estaba el puestecillo, 2) Ubicación del taller de José Blanco, en el retranqueo formado tras el edificio de techumbre a dos aguas, y 3) Casino Ferroviario. Por último, casi abajo del todo de la foto, aparecen finas las líneas del tranvía, el cual no atravesaba la Alameda por la parte de la acera izquierda, pero sí frente a los Hércules:
Sobre el kiosko de la esquina a Santa Ana no hemos averiguado nada acerca de quien lo regentaba . Al fondo, a la izquierda, el Casino y el retranqueo de la calle. La imagen raya lo pintoresco, lo costumbrista:
Abajo, fachada frontal de las viviendas la Alameda, retranqueadas principalmente ante el saliente del Casino Ferroviario, en la arriada de 1948. En el número 11, taller de bicicletas de José Blanco, sabiendo de la existencia de su establecimiento desde los años 40, y que según nos contaba José Ramos Chaves, también alquilaba carrillos de mano, muy utiles entonces para transportar enseres de mudanzas. En aquel número, tenía su vivienda el pintor gaditano Francisco Muñoz. Por último, en la casa de la izquierda ( nº 10 ), de inestimable valor artístico, fue donde vivieron la solicitada matrona Carmen Rodríguez Camacho y Eusebio Linares y sus ocho hijos.
Finalizamos con la reseña del Centro Cultural Ferroviario, edificio fechado en 1900 según la Agencia Catastral, ya mencionado en el primero de los reportajes que publicamos sobre la Alameda de Hércules. Lugar utilizado por el gobierno de Queipo de Llano durante la Guerra Civil, como espacio para conferencias culturales, aunque en cuyo interior, arriba del bar del fondo, se establecían timbas de póker, por entonces prohibidas. El Casino en los 60 y 70.....las pavías que traía el Jeromo, el Pirata, el guardacoches hermano del Eduardo....Con cariño, nostalgia y respeto, le dedico este sencillo homenaje a todos ellos y muchos más que conocí, personas autóctonas, genuinamente sevillanas, de un mundo pintoresco y olvidado en la noche de los tiempos.
Con este documento, finalizamos, creemos, un digno trabajo dedicado a la parte que nos faltaba de la acera occidental de la Alameda, espacio sobre el que seguiremos investigando y ahondando en su aprendizaje y divulgación, sin importar el tiempo que nos lleve en su elaboración; por supuesto, buscando la originalidad.
Lo cierto es que en aquella hila de casas hubo lugares que tuvieron una función tradicional, quizá poco conocida y casi nada valorada para muchos historiadores de temas sevillanos, más bien dados a fijarse en lo más llamativo. Los tres sitios que rescatamos, son: El kiosko de la esquina de Santa Ana, la tienda de bicicletas de José Blanco y el Casino Ferroviario.
En primer término, imagen cenital de 1943. Vemos una Alameda en la que se distingue una de las secciones en que se dividió el rectángulo para favorecer al tráfico, a partir del Plan de 1937: 1) Edificio frente a Santa Ana donde estaba el puestecillo, 2) Ubicación del taller de José Blanco, en el retranqueo formado tras el edificio de techumbre a dos aguas, y 3) Casino Ferroviario. Por último, casi abajo del todo de la foto, aparecen finas las líneas del tranvía, el cual no atravesaba la Alameda por la parte de la acera izquierda, pero sí frente a los Hércules:
Sobre el kiosko de la esquina a Santa Ana no hemos averiguado nada acerca de quien lo regentaba . Al fondo, a la izquierda, el Casino y el retranqueo de la calle. La imagen raya lo pintoresco, lo costumbrista:
Abajo, fachada frontal de las viviendas la Alameda, retranqueadas principalmente ante el saliente del Casino Ferroviario, en la arriada de 1948. En el número 11, taller de bicicletas de José Blanco, sabiendo de la existencia de su establecimiento desde los años 40, y que según nos contaba José Ramos Chaves, también alquilaba carrillos de mano, muy utiles entonces para transportar enseres de mudanzas. En aquel número, tenía su vivienda el pintor gaditano Francisco Muñoz. Por último, en la casa de la izquierda ( nº 10 ), de inestimable valor artístico, fue donde vivieron la solicitada matrona Carmen Rodríguez Camacho y Eusebio Linares y sus ocho hijos.
Finalizamos con la reseña del Centro Cultural Ferroviario, edificio fechado en 1900 según la Agencia Catastral, ya mencionado en el primero de los reportajes que publicamos sobre la Alameda de Hércules. Lugar utilizado por el gobierno de Queipo de Llano durante la Guerra Civil, como espacio para conferencias culturales, aunque en cuyo interior, arriba del bar del fondo, se establecían timbas de póker, por entonces prohibidas. El Casino en los 60 y 70.....las pavías que traía el Jeromo, el Pirata, el guardacoches hermano del Eduardo....Con cariño, nostalgia y respeto, le dedico este sencillo homenaje a todos ellos y muchos más que conocí, personas autóctonas, genuinamente sevillanas, de un mundo pintoresco y olvidado en la noche de los tiempos.
Con este documento, finalizamos, creemos, un digno trabajo dedicado a la parte que nos faltaba de la acera occidental de la Alameda, espacio sobre el que seguiremos investigando y ahondando en su aprendizaje y divulgación, sin importar el tiempo que nos lleve en su elaboración; por supuesto, buscando la originalidad.
Además en mi barrio.
ResponderEliminarQué me hubiera gustado haber nacido unos años antes para no perderme un trozo tan grande de la historia de nuestra ciudad.
Gracias por tu trabajo.
Un saludo.
Gracias a tí por tu comentario. En resumidas cuentas, tuve suerte por haber conocido la Alameda en los 70 ( infancia ) y 80 ( adolescencia ); sin embargo no conocí los 60, 50 o 40, pero para eso estamos los historiadores, para buscar las fuentes y aprender de ellas. Pero lo ideal es haberla conocido y además haber hecho tantas fotos como las que no hay. Un saludo.
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