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martes, 27 de agosto de 2013

GANÁNDOSE LA VIDA EN LA CALLE

A continuación, nuestro colaborador Ricardo Losada Giráldez, nos ilustra con este artículo, abordando la historia de unas personas que hace muchos años se ganaban la vida en la calle, aparcando coches, hasta que....

La verdad, es que las autoridades competentes, conjuntamente, deberían de erradicar un fenómeno que lamentablemente se ha propagado en estos últimos años por nuestra ciudad. Por lo que me atañe personalmente, a causa de mi veteranía, considero que el fenómeno de indigencia en Sevilla se propagó en plena transición democrática a raíz de la Feria del año 1.978, año en el que se promulgaba el mal llamado "Estado de derecho". No se me olvidará nunca la imagen por todo el "Real" atestado de mendigos, no solamente locales, sino practicamente venidos de toda la geografía española para tal evento destacado; motivo por el cual, la entonces poco dotada Policía Municipal miraba para "otro lado" cuando realizaban las tareas de vigilancia en dicho recinto lúdico, escaparate inevitable del numerosísimo turismo que venía a disfrutar de nuestra Fiesta.

Llegaba la rutina sobre Sevilla, y en el día a día, sobre todo en la zonas del Casco Histórico, Prado de San Sebastián y Triana, proliferaban seres castigados por la sociedad de consumo, autóctonos, que se buscaban "la vida" contracorriente y de forma pacífica, resultando familiar en el entorno y parte de su vecindario. Los "vientos democráticos" de la segunda mitad de los años 70 en realidad, dejaban en un falso albedrío de perder en un sector de la población el derecho a la autoestima personal. Fiel reflejo de esta cruda realidad por las calles sevillanas la plasmó en uno de sus temas el conocido grupo de rock-andaluz "TRIANA". La canción en cuestión se tituló "Señor troncoso", de su segundo disco "Hijos del Agobio", editado en 1.979. Dicho personaje -Troncoso- En realidad era un guardacoches ilegal o "gorrilla" que ejercía su "trabajo" el la céntrica Plaza del Pozosanto, y que el mítico Jesús de la Rosa -Líder de la formación- lo conocía asiduamente cada vez que venía a Sevilla, ya que sus padres vivían en la cercana Calle Feria.

Dichos guardacoches, paulatinamente , ocuparon tales entornos y a pesar de su aspecto físico y condiciones psíquicas, se ganaban el cariño de la ciudadanía, quizás como muestra de agradecimiento por parte de la población sevillana a no sumarse al carro de la delincuencia en sus diferentes vertientes (robos, extorsiones, hurtos.....), muy frecuentes entre capas marginales cada vez más numerosas, cuyo principal artífice fue la llegada del consumo de las denominadas "drogas duras" en nuestro país. Pero junto a ellos, también existieron los verdaderos guardacoches, es decir, aquellos que pertenecieron por ese entonces a la ANIC, es decir, la Asociación Nacional de Inválidos Civiles, que desde 1958 daba el "oficio" a esas personas, llegando a contar con cien mil afiliados en 1965. La ANIC se organizaba por delegaciones, estando en vigor hasta casi finales de los 90 tras no haber pasado antes por diversos cambios y vicisitudes: en 1970 se creó el Servicio Social de Recuperación y Rehabilitación de Minusválidos (SEREM), mientras que la ANIC pasó a depender del Ministerio de Trabajo y no del de Gobernación como en un principio; luego, al Ministerio de Sanidad y Seguridad Social. En 1978, la ANIC pasó en gran parte el SEREM; en 1980 al Instituto Nacional de Servicios Sociales (INSERSO). Por el Real Decreto 2106/1986, de 29 de agosto, se suprime el Protectorado del Estado sobre la Asociación Nacional de Inválidos Civiles (ANIC). Normalmente, el Ayuntamiento les asignaba una zona en concreto, por lo que los "ilegales" siempre pasaban a un segundo plano, buscándose la vida en lugares menos frecuentados.

De derecha a izquierda: Antonio Salgado, que trabajaba en la Plaza de la Contratación; Manuel Martín Salas, en El Salvador; Carlos López Pardo, San Pablo; Antonio Sivianes, Canalejas. Personas de ley como estas vigilaban los huecos para aparcar, e incluso hasta algunos clientes confiaban en ellos las llaves del coche. Un puesto de trabajo honrado e ingrato que desde 1975 fue adscrito a la Seguridad Social, pero que desde 1978 comenzó a ser damnificado por el sistema. En 1982 apenas quedaban 70 de una plantilla que llegó a ser el doble unos años atrás:
Por otra parte, en el terreno de los "gorrilas" ilegales más célebres que pululaban por el entorno del Casco Antiguo sevillano, recordamos a uno de los "últimos mohicanos" de la gorra de plato de los últimos veinte y algo de años. La persona en cuestión fue un tal Agustín apodado el "Guardacoches", que pasó de pedir limosna en la Puerta de la Basílica del Gran Poder a estar vigilando vehículos de lunes a domingo en la Plaza de San Lorenzo, y que con el día a día, se ganó el cariño y respeto por parte de un sector de la población de dicho barrio céntrico. Hablamos de principios de los 90 y Agustín no perteneció al ANIC ni a los posteriores VOVIS y PM-40, sino que "echó" a otro "gorrilla" ilegal afincado anterioremente en la plaza.

Abajo, el hermano de Eduardo, un guardacoches que solía actuar por la zona de la Alameda durante los 70 y 80, en 1978. Esta figura, prácticamente ha desaparecido en beneficio de individuos que en su mayoría carecen del sentido tradicional y local; unos se asientan en barriadas periféricas y otros duermen en la calle:


Además, a finales de la década de los noventa, el fenómeno de la inmigración ilegal en España, hace estragos, y como no iba a ser menos, Sevilla, al ser la cuarta ciudad de España, se vió también damnificada. Aquellos autóctonos o afincados durante muchos años en nuestra ciudad que se ganaban un dinerillo en la economía sumergida urbana, se vieron reemplazados por personas que con su actitud fue bastante pseudo invasora. Se destaca por ende, la libre circulación de ciudadanos comunitarios en cualquier país de la Unión Europea. Fruto de ello es que, pasear por Sevilla resulta cada vez más incómodo debido al intrusismo y desidia gubernamental, que hace actuar a sus anchas ante una práctica impunidad de la justicia....De aquel señor con barbita y calvo que pedía limosna en la Iglesia céntrica del Santo Angel, y que inclusive salió en un espacio televisivo, hoy esta inundado de hordas de mujeres y chicas rumanas menores de edad. Si andamos un poquito más se verán por Tetuan, Sierpes, Plaza del Duque, Encarnación....Dicha invasión se hace cada vez más insostenible. Ya se llega a la conclusión de que no resulta tan placentera la idea de tomarse una copa en una terraza de un bar de Triana, La Alameda, La Campana, La Alfalfa..... Pues te abordan cada minuto, tanto nacionales como extranjeros al ofrecerte simplemente nada, a cambio de que le des una moneda o un cigarro. En una ciudad como la nuestra, cuya principal fuente de ingresos proviene del sector servicios, no se puede permitir tal abuso. Eso,sin dejar en el tintero el tema de aparcar coches, porque si te niegas a darles una moneda, te expones a que tu vehículo, como me pasó una noche en Reyes Católicos ante un gorrilla rumano, quede parcialmente dañado. Curiosamente, a pesar de la lementable crisis económica-laboral que atraviesa nuestro país, uno observa que muchos de estos gorrillas provienen de países del Este mayoritariamente. En fín...Uno llega a la conclusión de que al estrato político neoliberalista que nos gobierna le da igual, y por ende, les resulta totalmente indiferente el ciudadano.

miércoles, 21 de agosto de 2013

LA CIUDAD DE LOS MENDIGOS: UN ENSAYO ( I )

El problema de la mendicidad en el centro de la ciudad es un asunto que no podemos obviar. Hace unos meses, el Diario de Sevilla se hacía eco de esta tribulación mediante un completísimo artículo de Fernando Pérez Ávila, en el que se plasmaba una parte de la realidad cotidiana que se vive por las calles céntricas hispalenses desde hace algunos años. El dossier no tiene desperdicio alguno, por lo que a continuación colgamos el enlace que recomendamos lean:


Pero en algunas décadas cercanas no era así. Suponemos que a mediados de 1970 dejó de prohibirse la mendicidad. Por aquel entonces, y desde la posguerra, Sevilla, al igual que el resto de las grandes ciudades españolas, contaba con bolsas de pobreza, generadas en muchos casos gracias a la expulsión de muchísimas familias obreras que en un principio residían en parte del casco antiguo y que tuvieron que establecerse en núcleos chavolistas y en barriadas periféricas recién creadas. Eso no quiere decir que muchas personas no conservaran sus viviendas de alquileres baratos o de protección oficial ( donde fueron ubicadas hasta parte de los 70 ). Estos dos últimos grupos eran, fundamentalmente, de clase obrera.

Lo cierto, es que, durante aquellos años ( incluyendo los 80 ), el centro de la ciudad ofrecía un panorama tranquilo en lo referente a la mendicidad. Raro era encontrarse a gente pidiendo y acosando constantemente. Personajes populares, autóctonos, podían verse en lugares céntricos: María "la tonta", Vicente "el del canasto", "Joseliqui", "el loco" Amaro, "el tío del látigo".... que iban y venían. También estaban los entonces conocidos como los "guardacoches", a quienes no había "limosna" e "impuesto" obligado que dar. Uno vivía por Triana, cerca del puente; otro, quizá por la calle San Luis; otro por Feria, Alameda, Relator, Navarros, Santa Ana, en fin....alquileres baratos en casas, corrales, pisos de vecinos, viejos, viviendas unas inexistentes actualmente, otras restauradas pero, o bien vendidas a nuevos propietarios, o bien arrendadas a precio casi de oro. Pero, ¿ qué pasó con ellos ?

Obviamente, aquellos personajes fueron engullidos por nuestros tiempos. Sus sustitutos, en su mayoría, ya no se identifican con la ciudad; es más, cada día que uno sale, no es difícil ver a "recién llegados" apostándose en una acera, banco, parque, escalera, o vaya usted a saber. A cada momento del día, ristras reconocibles de individuos se dirigen hacia la Campana, Magdalena, Duque, Catedral, Plaza Nueva, Sierpes, Tetuán....y, entre ellos, los gorrillas. Alguna vez también aparece algún esquizofrénico pegando voces y dandote el susto: pero no pasa nada, la sociedad debe ser tolerante, que estén tiraos en la calle, que esa es la mejor cura.

Sentarse en un velador a tomarse algo o fumar, se convierte en misión imposible para la tranquilidad, siquiera para la de un trabajador, parado o jubilado. 

Según el artículo del Diario de Sevilla, parece que últimamente algunos ya se aventuran a delinquir y quizá todavía no sepan lo barato que puede ser. Nos hallamos ante una situación real que, por supuesto, al político de turno no le afecta, porque éste no suele vivir la calle de forma cotidiana y porque sabe que establecer un programa de reinserción en condiciones llevaría gastos y gastos, años y años, y, claro, al final como no sabrían si volverían a ser reelegidos....Eso sí, cuando llegan las fiestas mayores, casi misteriosamente, las calles se ven "impolutas". Por eso y muchísimas cosas más, yo desde luego, no les voy a votar, que les voten ( más quien quiera, por supuesto) los descamisados de las barbas y los piojos de cartones de vino tinto que ustedes han creado y mantenido aprovechandose de la caridad de los demás.