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viernes, 29 de mayo de 2015

RETROSPECTIVA OBRERA DEL REAL BETIS BALOMPIÉ

¿ Fué el Real Betis alguna vez un club obrero ?

Cualquier bético desde la niñez, oyó alguna vez que el equipo de sus amores fue una entidad que, partiendo desde la modestia, se convirtió en grande y popular con el paso de los años. Aún así, el sello de gran parte de su masa social continuó aperteneciendo a clases trabajadoras, humildes y económicamente poco favorecidas. Esta marca comenzó a configurarse a partir de los pocos años de la creación del Club, una vez que los primitivos fundadores, a su vez directivos y también jugadores, en parte procedentes de la prestigiosa Academia Politécnica, empezaban a ser, en su mayoría, sustituídos por otros nuevos, en una situación acorde al nuevo contexto futbolístico local y económico que vivía la Entidad.

Aproximadamente, entre 1913 / 1916 aparecen los primeros recintos vallados ( cuando menos en Sevilla ), lo que conllevó a la aparición del pago por entrada y al aumento de los socios para disfrutar de una localidad. En aquel tiempo, el Betis se establece primero en el Prado de San Sebastián, luego en la Enramadilla y, posteriormente, en el Patronato Obrero: lugares rodeados de fábricas como la Pirotecnia, la de Luca de Tena, la de Gas, o las instalaciones ferroviarias, que proyectaron la afluencia de trabajadores a los sucesivos recintos béticos. De esta forma, la masa social bética impregnó un carácter proletario que trascendió tanto en lo crematístico como en lo deportivo.

Abajo:  1º)  Vista aérea del conjunto industrial de Luca de Tena, figurando a la izquierda el famoso chalet de Las Palmeras,  mientras que en el centro también aparece la entrada al recinto fabril.

2º) Instantánea de un derby jugado el 24 de febrero de 1918 en el terreno de la Enramadilla y que terminó con victoria del Real Betis por 3 a 1 frente al Sevilla FC. En el fondo, perspectiva frontal de la fábrica de losetas de cemento.


Al lado de aquella humilde masa social, un reducido número de militares y pequeños burgueses que, con grandes altibajos económicos sustentarán la base del Club en tiempos donde el foot-ball debía ser amateur, pero que el eterno rival, más preparado económicamente, se llevaba uno tras otro a los futbolistas del Balompié. Aquello sucedió hasta 1925, en que por fin se legalizó el profesionalismo en nuestro país.

En la crónica de El Liberal, del periodista Triquitraque,  ante un partido del Campeonato de Andalucía en 1918, jugado contra el Sevilla con victoria de este por 3-1, reza: "....el equipo de los azules ( color de la camiseta del Real Betis Balompié, que iba alternándose con la verdiblanca ) integrado por obreros, en todos los momentos hacían generosa ofrenda de su corazón....". Unos obreros que por mandato municipal deben trasladarse al campo del Patronato Obrero, terrenos prestados gracias a la mediación del entonces concejal, el intelectual Santiago Montoto de Sedas ( abajo ), siempre sentimentalmente vinculado al Betis, al igual que algún otro personaje bético como fue Carlos Alarcón de la Lastra. 

Existió influencia, indudablemente, pero poca capacidad adquisitiva. Importante testimonio es el que, en una entrevista concedida en 1954 al aficionado Arturo Roldán Tapia, en el Sevilla, diario de la tarde, aporta sobre aquellos primeros momentos ( ampliado abajo ):


El testimonio de Roldán Tapia es, por calificarlo de alguna manera, de "verdad histórica", una huella en la historiografía del Balompié que no se puede negar. Las primera tribuna del Patronato pudo haber sido construida en aquel año de 1918, aunque según investigamos, sobre la existencia de una grada no vemos se menciona hasta 1924, cuando aún no estaba instalado el profesionalismo de forma oficial y se menciona el 5 de septiembre de aquel año " tribunas y gradas de madera ". Por lo demás Tapia confirmó por aquel tiempo, quizás aún en 1924, que los jugadores eran humildes trabajadores.

En el Madrid Sport, el plumilla Marathon, mencionó en 1919, tras otro partido contra el Sevilla FC, un detalle también muy esclarecedor sobre el amateurismo y la vinculación obrera de los jugadores del Real Betis Balompié: 


Es importante recalcar que la competición principal de entonces, cuando menos hasta el inicio de la Liga, fue el Campeonato de Andalucía, iniciado en 1915. Resultaba más que sorprendente el hecho de que el eterno rival, el Sevilla FC, se hacía año tras año con dicho trofeo, un galardón que sólo a los campeones regionales hasta 1925, permitía el acceso a la Copa de España. Por su parte, el Balompié solía ser el sempiterno subcampeón, y tuvo que esperar para participar en dicha competición hasta 1926. Además, la aprobación del profesionalismo, en 1925 -instimos en ello-, evitó que el club de Nervión se siguiera llevando por la cara a los mejores jugadores béticos, integrados habitualmente en las clases obreras de entonces.

Un artículo de Madrid Sport, en concreto del 16-1-1922, nos refrenda de nuevo una estrecha relación entre el mundo proletario y la esencia blanquiverde. Más claro imposible: 

 
Gil Gómez Bajuelo "Discóbolo", periodista que presidió al Betis en la 22-23, afirmaba la penosa situación económica que sufría la Entidad, reflejándose este hecho en el mal estado de las tablas verdes que cerraban el Patronato.  Esta fotografía del equipo rayado, en 1922, nos enseña los tablones que rodeaban el recinto, mientras que detrás se levantaba la mole de la Fábrica de abonos La Unión Española:


El Club debió carecer de un cuerpo burgués numeroso o suficientemente adinerado dentro de sus socios, puesto que por una causa u otra, para mejorar solía aparecer algún guía, como fue, por ejemplo, Navarro Cáceres ( 1924-25 ), que junto a su directiva, debió o debieron invertir un dineral, pues se reformó y amplió el recinto verdiblanco mediante una inversión sin precedentes. Apostamos poder confirmar esta adjudicación económica, porque al año siguiente, en 1926, una nota del Betis a la prensa apuntaba que su número de socios existente era de ¡ 100 !, suponiendo que entre los mismos se hallarían unos pocos pudientes y muchos de la clase obrera. Ya no estaba Navarro Cáceres  y la estabilidad dependía , posíblemente, de los mecenas:


LA CONTINUIDAD DEL MECENAZGO:  JUGADORES PROFESIONALES, AFICIÓN OBRERA

En 1927, la llegada del famoso torero Ignacio Sánchez Mejías a la presidencia verdiblanca genera una inusitada expectación que, junto a las nuevas y expectaculares reformas del Campo del Patronato nos presenta un Betis con casi cuatro mil socios. A la par, el terreno de juego es reforzado nuevamente por la pared de la tribuna del reciente Club de Tenis Betis, foco de atracción para un sector de la clase alta y media sevillana, que también disfruta como residencia de chalets de El Porvenir, construidos muchos para la Exposición Iberoamericana de 1929, año este en que el diestro sevillano dejaría la presidencia bética, sucediéndose en este puesto burgueses de profesiones liberales que mantendrían, a través de sus gestiones y posiblemente aportaciones, estable al club en la recien inagurada Primera División, aunque la base de la afición debió seguir perteneciendo a la clase trabajadora de la época, tal y como se comprobará más adelante.

En 1933,  el abogado Moreno Sevillano inició un ambicioso proyecto de fichajes que culminaría con la obtención de la Liga en 1935. Sin embargo, una vez finalizado el Campeonato, el mismo jurista bético comentaba que " El agotamiento de la Directiva...." ( según nota de El Correo de Andalucía ) dejó lugar a la entrada de otra nueva. Entendemos que el esfuerzo económico impuesto por los directivos no llegaba a más. A este tenor, el fallecido Alfonso Jaramillo citaba textualmente que " Una vez vi a Moreno Sevillano al poco de ganar la Liga, dispuesto a empeñar una cubertería de plata propia, y me dijo que era porque el Betis necesitaba dinero ". De esa forma, en 1935,  campeones de Liga como Areso y el entrenador Mr. O'Connell se van al Barcelona, Lecue al Madrid, y Timimi también se marcha. Estába claro que los aficionados poco tenían para aportar, y más aún en los tiempos venideros.

La Afición del Balompié festeja un triunfo, en 1928. La mayoría de los socios del Patronato eran humildes y con escasa capacidad adquisitiva, incluyendo también a muchos abonados infantiles. Imagen: manquepierda.com


En 1936, la gestión de una nueva Directiva enlazará de forma definitiva con el sabor a proletariado que el hincha bético evidenciaba, justificando el mismo la casi total falta de medios sustentadores respecto una entidad  que ascendía de forma excesiva el precio de las entradas.  De esta manera, la carta de un aficionado a El Correo de Andalucía del 14 de mayo del 36 nos decía:  ".......Estos abusos hacen mella en la afición, compuesta en su mayoría por empleados modestos y obreros, que en una gran parte, debido a la escasez de trabajo, están a dos y tres días en semana, y la juventud, aficionadísima a este deporte y que, por ser hijos de familia, no disponen más que de las pocas pesetejas que sus padres les dejan para el gasto semanal....". 

 Tras la Guerra Civil, de forma lenta, la sociedad española e hispalense se reorganiza. Son tiempos en que la cantidad de socios, igual que sus aportaciones, aumentarán en jugar un papel fundamental en la vida de los clubes, en que el fútbol pasa a ser definitivamente la casi principal actividad de entretenimiento, popularizándose de forma general a nivel nacional. Pero el Betis seguirá arrastrando esas carencias económicas que lo meterán en una peligrosa espiral, hasta que la llegada de inversiones elevadísimas, acertadas, decididas y desinteresadas, volverán a colocar al club blanquiverde en una posición favorable, que aún así, a lo largo de los años nunca llegó a consolidarse a un nivel parejo en continuidad a otras entidades que gozaron de bases económicas muy elevadas y de también, por qué no decirlo, de una constancia y perseverancia superiores, salvo excepciones, en esos terrenos mencionados.

Hasta aquí, Sevilla Desaparecida  finaliza este ensayo orientativo pero a su vez creemos cercano a lo categórico, muy reforzado también por la tradición social que identificaba en el pasado al Betis con " el equipo de los obreros " y que ha llegado hasta nuestros días como algo secular, conservado en el espíritu de los béticos de toda la vida.