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sábado, 19 de abril de 2014

LOS CINES DEL PRADO DE SAN SEBASTIÁN HASTA 1972

Recordamos a los lectores que respecto a los diferentes usos dados al Prado de San Sebastián a partir de 1973, expusimos un reportaje en este blog, por lo que en esta reseña intentaremos aproximarnos a los cines que se colocaron en la misma ubicación o en sus proximidades hasta aquella fecha.  Con pocos medios pero con todo el empeño posible, cuando menos, hemos podido recopilar un material fotográfico posíblemente inédito, ilustrado mediante informaciones que esperemos sean amenas para todos aquellos que nos siguen con mayor o menor asiduidad.

La llegada del cine a Sevilla, presentaba entre 1896 y 1906 diversos lugares para las proyecciones, integrándose en teatros ( Duque, San Fernando, Rodero....) , cafés ( Suizo, Nuevo Mundo, etc. ), salones ( Luimére, Imperial....), y barracas al aire libre, siendo una de ellas el Prado de San Sebastián, una parcela que fue durante mucho tiempo un lugar casi exento, sólo en principio ocupado por pequeñas extensiones como el Casino Sevillano, el Casino Militar, el Círculo de Labradores y el Centro Mercantil. No era por lo tanto de extrañar, que se ubicasen espacios temporales dedicados a las proyecciones principalmente durante las Ferias de Abril y de San Miguel. El desaparecido diario El Progreso ya nos indicaba en 1904 la existencia del barracón cinematográfico del señor Rodríguez Lagunilla, que alimentaba las proyecciones mediante el uso del cable del tranvía mediante una acometida ilegal. No obstante el Prado seguiría figurando como un lugar itinerante y transitorio. En la primavera de 1906 ya se anuncian " secciones cinematográficas todas las noches ", en el Teatro Portela. Otra sala teatral, el Eslava, ubicado en el lugar donde se construyó el Hotel Alfonso XIII, cercano al Prado, también tuvo su espacio para aquellos comienzos del Séptimo Arte; a la izquierda vemos una imagen muy conocida de la sala.

Con la llegada de la Exposición Iberoamericana de 1929, en lugares cercanos al Prado como los pabellones de Chile o Estados Unidos, se proyectaron filmaciones; sin embargo, más o menos ya dentro del solar, destaca el cine del Pabellón de Portugal.

Durante la Guerra Civil y a partir de 1937, el Prado fue escenario del establecimiento de cines de verano como el Madrid, San Fernando ( anterior a esta fecha, propiedad de la empresa del teatro del mismo nombre ), Sevilla y Nevería Universidad. Tras la contienda, localizamos cines como el Jerez ( 1941 ), o el San Sebastián, también llamado al principio Cine-Nevería Prado, inaugurado en 1942, propiedad de Virgilio Ruiz. Muy cerquita se hallaba el Prado Cinema, montado en los mismos jardines de Catalina de Ribera, el Astor ( 1948 ), etc. La imagen de la izquierda podría encuadrarse en los años de 1950, distinguiéndose a la derecha el famoso botijo en el ambigú exterior. En el centro, una catenaria de tranvía. La sala duró hasta 1967, y a principios de los años 70, los hermanos Ángel y Manuel García Herrador instalaron un nuevo Cine Prado. ( Imagen colección particular ).

En la Sevilla del desarrollismo, concretamente en 1961, al parecer se debió instalar una especie de carpa provisional, denominada Ahorre, y en la que estuvo colocado el Cine Infantil San Bernardo. Es, cuando por aquellos principios de los sesenta coexisten el nuevo cine Prado ( que duraría poco ) junto al veterano San Sebastián, perteneciendo este último a la empresa de los Llorens e Imperial. En la cartelera siguiente, comprobamos que la distribuición de la película corría a cargo de la empresa Sánchez Ramade, propietaria de los cines Apolo, Ramade, Regina, Los Remedios o Villasis.




Uno de los aledaños del Prado, la Enramadilla, fue también un lugar en donde se estableció el Cine Enramadilla, lugar que también incluía una sala de bailes y de actuaciones. Situado muy cerquita de la vieja fábrica de la Pirotecnia, el Enramadilla estuvo funcionando desde 1965 hasta 1969. Según nos cuentan era un local de muchísima categoría, lástima que su vida fuera breve, pero fue un representante de la juventud de la segunda mitad de los sesenta. La calle, casi vacía; espacios abiertos. Apreciamos el Kiosko de Paco ( según algunos testigos de la época ), de clásico diseño a rayas verdiblancas y de madera; una antigua cabina con publicidad de un recién inaugurado El Corte Inglés y el cartel anunciador de Grandes Bailes y la actuación de Los cuatro del sur. ( Imagen, colección particular ).


En abril de 1967, el Ayuntamiento subasta determinados lugares del Prado para que las empresas privadas que lo desearan establecieses cines de verano. De aquel concurso aparecerían el veraniego Cine Carlos V y el CINERAMA, estructura futurista, semiesférica, diseñada para ver cine en invierno, con calefacción. Las dimensiones del toldo que la cubría, eran de 2.600 metros cuadrados que tapaban una enorme pantalla cóncava, mientras que tres proyectores enviaban las imágenes. Precursor del 3D-IMAX. El aforo era de 1.032 expectadores. 1970 fue su último año en el Prado, y el año siguiente se colocó otra carpa diferente, para que muchos de los pequeños sevillanos acudieran a ver al delfín Flipper.

Abajo, un niño posa delante de CINERAMA, montaje futurista del arquitecto valenciano Emilio Pérez Piñero por encargo de la empresa CINESA de Alfredo Matas. La fotografía es de 1968-69, apreciándose vehículos de la época y, a la izquierda, el edificio de Juzgado. (Imagen siguiente,  colección particular).

Hasta estas líneas, la reseña que recorre los cines colocados en el Prado de San Sebastián y un poco en sus aledaños, mas alguna que otra distracción hasta 1972. Este reportaje, recordemos, es la segunda parte del primero que hicimos  sobre diferentes cines y utilidades de la histórica explanada, que publicamos en enero del año pasado:

http://www.sevilladesaparecida.com/2013/01/el-prado-de-san-sebastian-1973-1990.html

jueves, 10 de abril de 2014

LA ALAMEDA: DE LA CONGA HASTA EL CASINO

Nos contaba José Ramos Chaves que la acera de la Alameda de Hércules que va desde lo que fue la antigua Comisaría de la Policía ( ubicada donde se encuentra la actual y sobre la que dedicamos un reportaje en este blog ), formó parte durante muchos años de la vida que existió en aquella Alameda y que a partir de los años del desarrollismo en nuestro país comenzaba a languidecer. Claro que, en esta ocasión hablaremos de aquel tramo que , comenzando en la calle Arias Montano terminaba en el viejo Casino Ferroviario: un espacio no muy extenso, donde se condensaba un sector importantísimo para lo que fue el desarrollo de un estilo de vida perdido prácticamente desde hace décadas.

SALÓN DE FIESTAS ZAPICO / LA CONGA

Fue allá por el año 1986 cuando, tras salir del Holiday con un conocido de la discoteca, decidí por primera vez aventurarme por aquellas entonces sórdidas calles de la Alameda de Hércules, pegadas a aquella abandonada mansión de las Sirenas. Con 18 años y, posíblemente, impulsado por la curiosidad, fue la primera vez que conocí de noche la calle Leonor Dávalos. Pudo haber sido un lunes o un martes, la oscuridad reinaba sobre los recovecos de la despoblada Alameda, alumbrada por las tenues y amarillentos reflejos de las farolas que, a media luz, proporcionaban, ante el silencio del tráfico y falta de otros luminosos publicitarios, las únicas guías de nuestros ojos. Ni un alma en la calle. Accediendo por el cortísimo tramo de Arias Montano, nada más entrar en Leonor Dávalos, al girar la cabeza hacia la derecha, algo me llamó levemente la atención: aquello no era otra cosa sino un amplio portalón cerrado y sucio, descuidado. Aquí terminaría un cortísimo relato que concluye con la casual visión de lo que fue la entrada del salón Zapico, o lo que fue lo mismo, pero también con otro nombre: el cabaret la Conga, que llevaba cerrado desde 1977.

Adquirida por José Martínez Quijano, propietario del también desaparecido ilustre bar de toreros "Los Tres Reyes", la Sala Zapico nos reporta informaciones sobre su existencia desde 1919 como salón de baile, incluyendo flamenco. Cierto es que, por entonces, la Alameda fue un lugar mucho más acogedor hasta que comenzó a dejar de serlo paulatinamente, a partir de la Postguerra. Antonio Burgos menciona un viejo Zapico ocupando lo que fue la Sala de Fiestas el Cisne, al lado del Cine Trajano. No obstante, desde los años 20 tenemos noticias del Zapico ubicado en la calle Leonor Dávalos 17.

En aquel salón actuaron primeras filas del flamenco, como fueron la Malena, Carmen de la Rosa Heredia, Angelita Fernández, etc. Aunque era propiamente un cabaret / baile, no un lugar para espectáculos flamencos. En 1971 pasó a denominarse Conga, viendo pasar entre sus viejas paredes lo más mundano de Alameda y alrededores durante años.


Abajo, Alameda de Hércules en 1982. Ni siquiera la participación de Sevilla en el Mundial de Fútbol de España, pareció afectar al entorno, el cual seguía prácticamente igual que en las décadas anteriores. Una Alameda vacía, repleta de lugares recónditos. 1, Conga; 2, Casa de las Sirenas; 3, Boca del proyecto del Metro; 4, Calle Leonor Dávalos.

Ampliación de la imagen anterior, orientada a la calle Leonor Dávalos y la Conga, cerrada. A su derecha, la Casa de las Sirenas, totalmente en ruinas y en su parte trasera, en Jesús del Gran Poder, asoma el caserío donde se hallaba el cine de verano Ideal. En el tramo existente entre Arias Montano - Alameda de Hércules - Urraca Osorio, se aprecia perfectamente el solar que ocupó una de las casas más antiguas de la zona, que pudo haber pertenecido a la creación de la misma Leonor Dávalos en torno a 1860.  Aquel terreno se mantuvo desde mediados de los 70 hasta principios de los 90, dando lugar que se pudiera observar la entrada de la desaparecida Conga. 


La siguiente perspectiva es de 1985, tomada sólo cuatro años después de la anterior imagen. El tiempo parece haberse detenido. 1, calle Alameda de Hércules; 2, calle Leonor Dávalos; 3, Conga; 4, calle Arias Montano; 5; Casa de las Sirenas en ruinas.


BAR CASABLANCA

En la Alameda de Hércules, en 1940, Valentín Casablanca adquirió por traspaso la vivienda que transformó en un bar, ocupando entonces el número 22 en el conocido bulevar sevillano.  En 1964 sabíamos que el local estuvo inscrito en el "Club Cruzcampo", habiendo recibido entradas gratuitas para ver un partido de la Selección Española en Nervión.

El local era de planta trapezoidal, con un sólo acceso y mostrador para clientes. Este bar tradicional conoció la Alameda de la Posguerra, viviendo los últimos estertores de aquel espacio donde habitó el flamenco, habida cuenta su cercanía a los bares La Sacristía y Parrita. Supo los años del desarrollismo, así como los 70, 80 y parte de los 90, décadas en que sobresalió el abandono de la zona, que comenzó a ser conocida por la proliferación generalizada de la prostitución y la inseguridad, pero que hoy en día, al menos para los nostálgicos ya metidos en los cuarenta años de edad o incluso más, puede ofrecer un recuerdo de la infancia o de la adolescencia bajo la perspectiva de un panorama tradicional perdido.


LA SACRISTÍA Y CASA PARRITA

Otros de los establecimientos emblemáticos que sobresalieron en aquella Alameda de fiestas flamencas. Lugares en los que despuntaron muchísimas gargantas del cante jondo sevillano. Sitios de los que hablaron Antonio Mairena, Caracol, Chocolate, el Tarta, Niño Gloria, el Pali, , la Gamba, etc. La Sacristía, al cabo de los años pasó a ser una carpintería, mientras que Casa Parrita es la actual Casa Paco, pegada a la Sacristía. La primera imagen de abajo, de 1978, presenta la esquina de Santa Ana-Alameda, con la carpintería a la izquierda ( por la que se accedía también por la primera de las dos calles ), mientras que a su lado derecho, el Bar Casablanca y Parrita; porque la siguiente vista, tomada en 1965, nos muestra el viejo kiosko de chucherías en la acera de enfrente -1- ( del cual hablaremos seguidamente ) y La Sacristía - 3 -  ( donde todavía se conserva la antigua placa del nomenclátor  - 2 - ), junto al Bar Casablanca - 4 -  y a Parrita - 5 -.



DESDE SANTA ANA HASTA EL CASINO FERROVIARIO

La configuración del tramo que recorre la Alameda, empezando por la esquina de Santa Ana, al otro lado de la Sacristía, finalizando en el viejo Casino Ferroviario, es, salvo este último edificio, un espacio de más o menos reciente construcción, puesto que en la segunda mitad de la década de 1970 fue demolido todo un paquete de casas cuya antiguedad podría fecharse en la época del proyecto de Balbino Marrón ( 1857-1870 ). 

Lo cierto es que en aquella hila de casas hubo lugares que tuvieron una función tradicional, quizá poco conocida y casi nada valorada para muchos historiadores de temas sevillanos, más bien dados a fijarse en lo más llamativo. Los tres sitios que rescatamos, son: El kiosko de la esquina de Santa Ana, la tienda de bicicletas de José Blanco y el Casino Ferroviario.

En primer término, imagen cenital de 1943. Vemos una Alameda en la que se distingue una de las secciones en que se dividió el rectángulo para favorecer al tráfico, a partir del Plan de 1937: 1) Edificio frente a Santa Ana donde estaba el puestecillo, 2) Ubicación del taller de José Blanco, en el retranqueo formado tras el edificio de techumbre a dos aguas, y 3) Casino Ferroviario. Por último, casi abajo del todo de la foto, aparecen finas las líneas del tranvía, el cual no atravesaba la Alameda por la parte de la acera izquierda, pero sí frente a los Hércules:


Sobre el kiosko de la esquina a Santa Ana no hemos averiguado nada acerca de quien lo regentaba . Al fondo, a la izquierda, el Casino y el retranqueo de la calle. La imagen raya lo pintoresco, lo costumbrista:

Abajo, fachada frontal de las viviendas la Alameda, retranqueadas principalmente ante el saliente del Casino Ferroviario, en la arriada de 1948. En el número 11, taller de bicicletas de José Blanco, sabiendo de la existencia de su establecimiento desde los años 40, y que según nos contaba José Ramos Chaves, también alquilaba carrillos de mano, muy utiles entonces para transportar enseres de mudanzas. En aquel número, tenía su vivienda el pintor gaditano Francisco Muñoz. Por último, en la casa de la izquierda ( nº 10 ), de inestimable valor artístico, fue donde vivieron la solicitada matrona Carmen Rodríguez Camacho y Eusebio Linares y sus ocho hijos.


Finalizamos con la reseña del Centro Cultural Ferroviario, edificio fechado en 1900 según la Agencia Catastral, ya mencionado en el primero de los reportajes que publicamos sobre la Alameda de Hércules. Lugar utilizado por el gobierno de Queipo de Llano durante la Guerra Civil, como espacio para conferencias culturales, aunque en cuyo interior, arriba del bar del fondo, se establecían timbas de póker, por entonces prohibidas. El Casino en los 60 y 70.....las pavías que traía el Jeromo,  el Pirata, el guardacoches hermano del Eduardo....Con cariño, nostalgia y respeto, le dedico este sencillo homenaje a todos ellos y muchos más que conocí, personas autóctonas, genuinamente sevillanas, de un mundo pintoresco y olvidado en la noche de los tiempos.


Con este documento, finalizamos, creemos, un digno trabajo dedicado a la parte que nos faltaba de la acera occidental de la Alameda, espacio sobre el que seguiremos investigando y ahondando en su aprendizaje y divulgación, sin importar el tiempo que nos lleve en su elaboración; por supuesto, buscando la originalidad.